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La Red Púrpura revalida el trabajo bien hecho, demuestra cómo no se infravalora al espectador y se piensa en él, cómo el talento (artístico y técnico) se demuestra, no se verbaliza,
y cómo se ama y respeta la profesión.
Todo ello empaquetado con una imagen y factura diferencial en la producción audiovisual patria: oscura, gris, nebulosa y a la vez clave para la construcción de una atmósfera que envuelve el relato y lo eleva.
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